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LOS RETOS DE GUSTAVO ALARCÓN HERRERA

  • prensadigitalsuces
  • 7 mar
  • 3 Min. de lectura

Chilpancingo, la capital de Guerrero, es un municipio con una importancia política indiscutible. No solo alberga los poderes del estado, sino que se enfrenta a retos históricos que requieren de una administración sólida y, sobre todo, legítima. 


Sin embargo, la llegada de Gustavo Alarcón Herrera a la presidencia municipal, el 10 de octubre de 2024, no fue la de alguien convencido de su rol, sino la de un alcalde que asumió un cargo en medio de una tragedia.


El asesinato del alcalde Alejandro Arcos Catalán, apenas seis días después de asumir el cargo, dejó a Chilpancingo conmocionada. La forma en que Arcos fue abatido y la exposición de su cabeza en la vía pública desnudaron las fallas de seguridad y la violencia que aquejan a la ciudad. En este contexto, el ascenso de Alarcón no estuvo exento de miedo y rechazo. Su llegada a la presidencia fue precedida por ese lamentable hecho y, desde el momento en que asumió el encargo, estuvo resguardado por un fuerte dispositivo de seguridad, con elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina vigilando cada uno de sus pasos. Ese día 10 de octubre de 2024, Alarcón, con un traje oscuro, levantó la mano en el Congreso del Estado para prometer "Por Chilpancingo y por Alejandro".


A poco más de 150 días de haber asumido la presidencia municipal de Chilpancingo, Gustavo Alarcón Herrera enfrenta una serie de retos que están marcando su administración. 


Aunque al inicio se comprometió a respetar los nombramientos realizados por su predecesor, el exalcalde Alejandro Arcos Catalán, con el paso del tiempo, Alarcón ha optado por realizar cambios en la administración y aplicar sus propias ideas, lo que ha generado algunas críticas, especialmente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que abogaba por la continuidad de los funcionarios que ya estaban en funciones.


Entre los principales problemas que ha enfrentado el alcalde se encuentran la inseguridad, la falta de agua potable y la recolección deficiente de basura. Estos desafíos, junto con los daños provocados por el huracán John, han incrementado la presión sobre su gobierno. El presupuesto del ayuntamiento se encuentra limitado, lo que dificulta la resolución inmediata de estos.

Otro factor que ha complicado el trabajo de Alarcón es la falta de legitimidad en su gobierno. Su llegada al poder, tras el trágico asesinato de Alejandro Arcos, ha dejado una huella difícil de superar, y muchos ciudadanos aún lo recuerdan como el alcalde suplente y ausente, incapaz de conectarse con las necesidades urgentes de la población.

Uno de los obstáculos más visibles en su gestión es la constante vigilancia policial a la que está sometida. Todos los días, Alarcón se ve obligado a estar bajo un estricto dispositivo de seguridad, lo que le impide interactuar libremente con la ciudadanía.


En un gobierno donde la cercanía con la gente es crucial, este aislamiento no solo afecta la capacidad del alcalde para entender las verdaderas necesidades de la población, sino que también refleja una gestión que parece desconectada de la realidad que viven los chilpancinguenses.


En conclusión, el tiempo para que Gustavo Alarcón Herrera demuestre su capacidad de liderazgo está corriendo. Si bien los problemas de Chilpancingo no son nuevos, su responsabilidad como presidente municipal es afrontarlos con decisión y tomar las riendas de la ciudad para buscar soluciones efectivas. 


La falta de recursos, la inseguridad y la falta de servicios básicos no pueden seguir siendo excusas para una gestión que debe estar enfocada en dar respuestas claras y concretas a la ciudadanía. 


Alarcón tiene la oportunidad de marcar la diferencia, pero para ello debe superar los obstáculos de la inseguridad, recuperar la legitimidad ante los ciudadanos y mostrar una voluntad firme para resolver los problemas que tanto han aquejado a Chilpancingo. Solo así podrá ser recordado como un buen gobernante y dejar un legado y un precedente en Chilpancingo, pero de momento enfrenta un futuro incierto.

 
 
 

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